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Entonces dijo una mujer: Háblanos de la Alegría y
de la Tristeza.
Y él contestó: Vuestra alegría es vuestra tristeza
sin máscara.
Y el mismo pozo que origina vuestra risa se puebla
a menudo de vuestras lágrimas.
¿Y cómo podría ser de otra manera?
Mientras más hondo cave en vuestro ser la
tristeza,
Más capacidad tendréis para llenaros de alegría.
¿No es la copa que contiene vuestro vino la misma
que fue cocida en el horno del alfarero?
Y el laúd que acaricia vuestra alma, ¿no es aquella
madera que a cuchillo fue tallada?
Cuando estéis, alegres, mirad profundamente en
vuestro corazón, hallaréis que quien os trajo la
tristeza es el mismo que os está dando alegría.
Y cuando estéis tristes, mirad de nuevo a vuestro
corazón, y veréis que, en verdad, lloráis por
aquello mismos que constituye vuestra delicia.
Hay entre vosotros quien dice: La alegría, es más
grande que la tristeza. Y otros dicen: No, la
mayor es la tristeza.
Pero yo os digo que una y otra son inseparables.
Juntas llegan, y cuando una viene a sentarse a
vuestra mesa, recordad que la otra, dormida, está
en vuestro lecho.
En verdad, estáis suspendidos como los platillos
de una balanza, entre vuestra tristeza y vuestra
alegría.
Yo os digo que, sólo cuando estáis vacíos es
cuando estáis equilibrados.
Cuando el guardián del tesoro os suspenda para
pesar su oro y su plata, entonces vuestra alegría o
vuestra tristeza tendrán que subir o bajar.
de la Tristeza.
Y él contestó: Vuestra alegría es vuestra tristeza
sin máscara.
Y el mismo pozo que origina vuestra risa se puebla
a menudo de vuestras lágrimas.
¿Y cómo podría ser de otra manera?
Mientras más hondo cave en vuestro ser la
tristeza,
Más capacidad tendréis para llenaros de alegría.
¿No es la copa que contiene vuestro vino la misma
que fue cocida en el horno del alfarero?
Y el laúd que acaricia vuestra alma, ¿no es aquella
madera que a cuchillo fue tallada?
Cuando estéis, alegres, mirad profundamente en
vuestro corazón, hallaréis que quien os trajo la
tristeza es el mismo que os está dando alegría.
Y cuando estéis tristes, mirad de nuevo a vuestro
corazón, y veréis que, en verdad, lloráis por
aquello mismos que constituye vuestra delicia.
Hay entre vosotros quien dice: La alegría, es más
grande que la tristeza. Y otros dicen: No, la
mayor es la tristeza.
Pero yo os digo que una y otra son inseparables.
Juntas llegan, y cuando una viene a sentarse a
vuestra mesa, recordad que la otra, dormida, está
en vuestro lecho.
En verdad, estáis suspendidos como los platillos
de una balanza, entre vuestra tristeza y vuestra
alegría.
Yo os digo que, sólo cuando estáis vacíos es
cuando estáis equilibrados.
Cuando el guardián del tesoro os suspenda para
pesar su oro y su plata, entonces vuestra alegría o
vuestra tristeza tendrán que subir o bajar.
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